Del periódico "La República" de fecha 26 Junio 2007 Eduardo Adrianzén.
La semana pasada, compartí con unos amigos cineastas el jurado de cierto concurso, y a la hora de redactar el acta declarando el proyecto ganador, saltó una sugerencia muy reveladora de nuestra idiosincracia. "Mejor no pongamos la palabra "ganador" –dijo alguien– que puede sonar hiriente, sino solo "elegido". Así fue como quedó, pero dio pie a una reflexión acerca de por qué los peruanos minimizamos los logros personales como algo positivo, concepto impensable en la cultura anglosajona donde se rinde culto al éxito y jamás se tienen esa clase de consideraciones. La explicación resultó tener bases antropólogicas: en el mundo andino, es mal visto que alguien se ufane de un logro individual. Lo "correcto" es que el mérito sea de la comunidad entera. Si hay uno que destaca, se sospecha que algo malo habrá hecho, o que su bienestar debe ser fruto de algo éticamente incorrecto (explotar al prójimo, vender caro, etc.) Juntemos esto con la moral judeocristiana que exalta la pobreza y humildad como grandes virtudes que nos llevarán derechito al paraíso... y la combinación es trágica. Si nuestras matrices culturales –el mundo andino y la religión católica– nos machacan estas patrañas desde que nacemos, ¿no es natural que –ojo, generalizando– tengamos cierto rechazo inconsciente a ser ganadores?No hablemos solo de equipos de fútbol, que parecen sufrir un bloqueo que les impide triunfar cuando se miden con extranjeros. Siempre se encuentran señales de esta modestia a veces forzada. A la pregunta "¿cómo te va? uno responde "ahí, más o menos", aunque le esté yendo excelente. ¿Será que sentimos culpa cuando la vida nos sonríe? ¿Que en el fondo creemos que ser humilde te convierte en mejor persona? Peor: ¿no es verdad que la mayoría sonríe cuando a alguien a quien le iba muy bien, un día sufre una derrota? Y mucho más patético: ¿nos sentiremos más cómodos en cierta mediocridad uniforme, donde es mejor no destacar "para que no te envidien"?
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1 comentario:
Al parecer esta idiosincracia no es monopolio de lo bolivianos, sino también es compartida por los peruanos y veo que no me equivocaría si lo digo, que también por los mexicanos.
Evidentemente hay mucho de cierto en lo que es el "espíritu ganador" anglosajón.
Lo que se olvida el Sr. Adrianzén, es, que aparte de una influencia juedocristiana y andina, aquellos que han logrado muchos bienes y riqueza, lo han hecho a partir del pillerío de los nativos indoamericanos, mediante engaños para obtener riquezas (es el caso de cambiar espejos por oro) y actualmente mediante tratativas nada transparentes con multinacionales para "privatizar" los bienes estatales, o a partir de créditos blandos otorgados por el estado. Así como sería posible que estos pseudo empresarios puedan manifestar que son "ganadores"? Por eso se opnen a las leyes que obliguen a demostrar como han obtenido sus ganancias.
Es cierto también que muchos obtienen su riqueza asumiendo riesgos empresariales y no tendrian nada que esconder, pero eso son los menos.
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