jueves, 27 de junio de 2024

Reflexiones sobre los Hechos del 26 de Junio

Ayer miércoles 26 de junio quedará marcado en la memoria colectiva boliviana como uno de los días más tumultuosos y confusos de los últimos años. Lo que comenzó con la aparición sorpresiva de tanquetas en la plaza Murillo pronto se convirtió en un espectáculo que desató una mezcla de tensión, incredulidad y, finalmente, un torrente de memes y especulaciones.

El telón de fondo de esta crisis política y militar es el presidente Luis Arce, cuyo gobierno ha sido caracterizado por la indecisión, la falta de liderazgo y la incapacidad para comunicar certezas en momentos críticos. Desde la explosiva entrevista de Zúñiga hasta su destitución no oficialmente confirmada hasta el día siguiente, el manejo de la información por parte del gobierno ha sido errático y poco transparente.

El episodio alcanzó su clímax con la aparición de Zúñiga al mando de una tanqueta, irrumpiendo en el Palacio Quemado. Las acciones del gobierno, como la falta de una declaración oficial sobre su destitución o la decisión de no arrestarlo inmediatamente, plantean serias dudas sobre la competencia y la coherencia de las autoridades frente a la crisis.

Las teorías que circulan van desde la idea de un montaje gubernamental para ganar apoyo hasta la posibilidad de una traición interna que desencadenó el desafío de Zúñiga. Cualquiera que sea la verdad detrás de los eventos del 26 de junio, la imagen que queda es la de un gobierno debilitado y una institucionalidad erosionada, reflejada no solo en la escena política, sino también en la ausencia de liderazgo claro y la falta de respuestas efectivas.

El impacto de estos eventos se ha visto exacerbado por la respuesta pública, que ha encontrado en el humor una vía para enfrentar la incertidumbre y la seriedad de la situación. Los memes que inundaron las redes sociales fueron una respuesta irónica a la presunta valentía mostrada por algunas figuras gubernamentales frente a los tanques.

Mientras tanto, el futuro de Zúñiga parece sombrío, supuestamente ya ha sido juzgado y sentenciado según las fuentes gubernamentales. Siendo que por sus declaraciones debería enfrentar un juicio donde también participe como imputado Arce Catacora, por gestar semejante absurdo golpista.

En resumen, el 26 de junio no solo fue un día de eventos dramáticos, sino también un día que puso de relieve las profundas divisiones y la fragilidad institucional de Bolivia. La incertidumbre persiste mientras el país intenta encontrar sentido en lo ocurrido y prepararse para lo que vendrá después de esta jornada que quedará grabada en la historia reciente de la nación.



lunes, 24 de junio de 2024

LA CHANFAINA EN LA HISTORIA

La chanfaina es un plato típico de la cocina española y de algunos países latinoamericanos, especialmente en Bolivia, Perú y Colombia, aunque varía un poco en preparación e ingredientes según la región. Suele estar compuesta principalmente por carne de cordero o cerdo, aunque también puede incluir vísceras como hígado, riñones o corazón, cocinados con especias y condimentos. A menudo se le añade arroz, patatas u otros vegetales como guisantes o zanahorias.

El motivo del título de este artículo se relaciona con el hecho de que el masismo, como instrumento de reproducción del poder, no ha tenido reparos en configurar la historia nacional adaptando la historia boliviana al estilo orwelliano, haciendo surgir un año nuevo aymara y obligando a celebrarlo como feriado a nivel nacional.

El 21 de junio es una fecha especial en Bolivia, marcada por la celebración del Año Nuevo Aymara, conocido como "Willkakuti" o "Machaq Mara". Este día no solo representa un cambio en el calendario, sino que también simboliza un profundo vínculo con las raíces culturales y ancestrales de los pueblos indígenas, especialmente los aymaras, que han habitado las tierras altiplánicas de Bolivia durante siglos.

El Willkakuti coincide con el solsticio de invierno en el hemisferio sur, un momento significativo en el ciclo natural que marca el inicio de un nuevo ciclo agrícola para las comunidades indígenas. Este evento astronómico, que ocurre cada año alrededor del 21 de junio, es celebrado con rituales ancestrales, danzas tradicionales, música y una profunda conexión espiritual con la tierra y el cosmos.

La importancia del Willkakuti ha sido aprovechada por el masismo, y va más allá de la celebración de un cambio de estación. Para los aymaras, representa la renovación de la vida y la armonía con la naturaleza. Es un momento para agradecer a la Pachamama (Madre Tierra) por los frutos del pasado y para prepararse espiritual y físicamente para las cosechas venideras.

Hábilmente, y aprovechando la ignorancia, en 2016 el 21 de junio se convirtió en el Año Nuevo Aymara Amazónico y del Chaco. Nótese que lo de "Amazónico y del Chaco" no tiene nada que ver con la festividad de Willkakuti. De esta manera, se añade un ingrediente a la historia nacional, como quien prepara una chanfaina, vienen cualquier tipo de ingredientes con tal de escribir una nueva historia.

Es importante entender primero que Tiwanaku es una antigua ciudad y centro ceremonial ubicado en la región altiplánica de Bolivia, cuya civilización tuvo su apogeo entre los años 300 y 1000 d.C. Esta cultura, conocida como Tiwanaku o Tiahuanaco, se distingue por su avanzada arquitectura, escultura y desarrollo agrícola, influyendo en diversas culturas posteriores en la región andina. Pero estas son hipótesis planteadas por algunos historiadores y antropólogos sin llegar a saberse cuando nació y despareció esta civilización cuyos rastros ahora tratan de ser apropiados por los aymaras como si fueran propios. Lo que causa más gracia todavía que el masismo ha impuesto sus símbolos de monolitos y otros tanto en la papelería oficial, en los pasportes bolivianos y hasta en la camiseta de la selección nacional de fútbol, como si el gran porcentaje de bolivianos fuese descendiente de aymaras.

El fascismo de esta imposición histórica recuerda al nazismo que impuso en el pueblo alemán sus tradiciones arianas. En Bolivia de igual manera se ha confeccionado una constitución política del Estado, donde se ha borrado cualquier identidad a una Nación Boliviana y se ha sustituído por 36 naciones indígenas como las dueñas y señoras absolutas de la geografía boliviana, siendo que no pasan según el censo de población y vivienda, del 30% de la población total compuesta en su 70% por mestizos y blancos.

Sin embargo, la relación directa entre Tiwanaku y los aymaras es un tema complejo y sujeto a interpretaciones. Los actuales gobernantes bolivianos han realizado una representación teatral en la Puerta del Sol de la civilización tiwanacota, mezclando esta civilización con la cultura aymara, a pesar de que estas no tienen ninguna relación. Lo más curioso es que en algún momento se añadió la civilización incaica cuando Morales era presidente boliviano y se disfrazó de inca, siendo bendecido por un "sacerdote inca" (quien fue descubierto con 350 kilos de cocaína).

En cuanto al "Año Nuevo Andino" o "Año Aymara", se plantea que fue "inventado" como un evento cultural significativo en los años 80 por indígenas aymaras que querían reinvidicar su existencia histórica. Dicen que este año se cumple el 5532 del supuesto calendario ayamara. Los creadores de esta cuenta explican que calcularon que antes de 1492 (el año del descubrimiento de América), probablemente ya se habían vivido cuatro ciclos de mil años cada uno. A estos, le añadieron los 532 años restantes hasta la fecha. (3.000+1492+532=5.532) .El argumento central es que estas prácticas modernas carecen de evidencia histórica que las respalde como prácticas continuas desde la época de Tiwanaku o incluso desde tiempos incaicos. Se plantea que su promoción y adopción oficial más reciente podrían estar más relacionadas con aspectos políticos y folklóricos que con una continuidad cultural auténtica y documentada.

Para finalizar y aclarar un poco, los aymaras, los tiwanacotas y los incas no tienen una relación histórica como el gobierno del MAS quiere inculcar en la mente ignorante de los bolivianos, haciendo anualmente un ceremonial carente de fundamento en la población altiplánica de Tiahuanaco.