martes, 25 de septiembre de 2007

¿Por qué el fracaso de la Constituyente?

Esta opinión que les presento está lo suficientemente sustentada, no solo como un ejemplo boliviano, sino del derecho soberano que tenemos los ciudadanos, como fuente del poder democrático. En el caso boliviano, hemos visto con tristeza que la Asamblea Constituyente desde su nacimiento fue un proyecto al servicio de los eternos vividores del poder político en contubernio con los intereses oligárquicos.


Por Waldo Oblitas F. (extractado de "El Diario" 25/09/2007)
El título de esta nota tal vez sea interpretado como derrotista o con alguna tendencia antidemocrática, como normalmente se adjudica a quien critica las falencias y virtual fracaso de la Asamblea Constituyente, supra instituto de real cambio del Estado Nacional.
Alianza Patriótica de Abogados “Pantaleón Dalence”, antes y cuando se convocó a la Asamblea Constituyente, había diseñado mediante un documento público la metodología constitucional para que este proyecto de cambio estructural del Estado tenga los resultados añorados por el pueblo, traducidos en la creación de una Segunda República, como el mejor instrumento de unidad nacional. El mentor de esta idea de cambio fue el magistrado mártir de la democracia don Edgar Oblitas Fernández, ex Presidente Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, al haber expresado en un mensaje de inauguración del año judicial de 1991, que solamente una Asamblea Constituyente puede ser el real y válido instrumento legítimo, popular y democrático de cambio. Hoy advenedizos y cazadores del pensamiento y de ideas ajenas se adueñaron de este real instrumento.
En aquel documento didáctico, con alto contenido doctrinal y científico mencionamos tres de las bases para que este proyecto tuviera plena viabilidad política y sus subsecuentes efectos jurídicos, cuyo producto final era contar con un instrumento: Constitución, que sea de beneplácito de todos los bolivianos. Aquellas bases se referían a que la Constituyente debía tener la calidad de Originario, Ilimitado y Fundacional (o refundacional).
Es que ante la convocatoria para este magno evento político-histórico y social de cambio estructural de la Nación, habíamos advertido que uno de los pivotes esenciales constitutivos debía ser su originalidad, que no se cumplió, lo que le privó de una total independencia, al haber tenido como fuente primigenia de su Constitución a un poder constituido como es el Parlamento, lo que desnaturalizó su propia esencia.
Cuando nos referíamos a su cualidad de originario señalamos que su potestad no debía emerger de ningún otro poder, sino que debía ser producto del soberano, lo que no ocurrió, pues desde su convocatoria tuvo como fuente al Legislativo. Esta dependencia ha constreñido sus prerrogativas de poder constituyente, cuyo mandato debía estar por encima de cualquier otro poder y sin lugar a subordinación alguna. Por último, debía tener carácter fundacional o de refundación, es decir que producida la deliberación con alto sentido patriótico de sus componentes y una vez debatidos los cambios a la Carta Constitucional por los reales factores de poder -los cuales en la praxis, por la politización del asunto, no están debidamente representados-, debía emerger una Segunda República con una nueva Constitución Política del Estado, consensuada, equilibrada, funcional y realmente democrática y participativa.
El incumplimiento de estos elementos básicos constitutivos de la Magna Asamblea son los factores negativos y decisivos para que no pueda ser realizable hasta ahora aquella añoranza ciudadana, que es contar con un instrumento constitucional al servicio de todos los bolivianos, sin exclusión.
Las confrontaciones recientes que se han presentado especialmente en la Capital de la República por situaciones ajenas a la convocatoria y los problemas que están por sobrevenir no sólo en esa ciudad por este asunto y otros que pueden devenir, como aquel emergente del resultado del recurso de amparo constitucional que en la praxis hace viable el tratamiento del urticante asunto de capitalidad, que desfavorece a La Paz, si no se llega a una verdadera reconciliación nacional, despojándose los actores de sus intereses mezquinos que están poniendo en peligro hasta la propia existencia de la Patria, estarían nomás justificando el título de esta nota, es decir el virtual fracaso de la Asamblea, habiéndose perdido un precioso tiempo histórico, mientras los bolivianos nos encontramos tan confrontados.
A estas falencias de fondo se suma la intromisión del propio Gobierno en la Constituyente, de agrupaciones ciudadanas que no son otra cosa que reciclajes hábilmente urdidos de partidos políticos, para permanecer todavía en la arena política y neutralizar cualquier accionar de la justicia en contra de ellos, aunque cuando fueron Gobierno rifaron la Patria, creando una casta de nuevos ricos. Temen que cuando no puedan contar con protección política el peso de la ley les caiga, tarde o temprano, y el Estado se recupere de sus latrocinios.
Por estas conceptualizaciones no nos hagamos muchas ilusiones con que algo positivo produzca la Constituyente para el país, por el contrario, habría que pensar en convocar a una nueva Asamblea, que esté revestida de independencia total, que esté representada por los reales factores de poder, especialmente por expertos en Derecho Constitucional y de la ciencia administrativa, que piensen nada más que en la Patria. Lo contrario dará lugar a que, como se ha denunciado, peligrosamente ingresemos a una confrontación regional sin precedentes, traducida en una guerra civil, situación que ningún boliviano desea.